viernes, 1 de abril de 2016


                                  Complejidad del reclutamiento de mujeres a traves de las ONG

 

En la mayoría de los proyectos de cooperación internacional financiados por donantes externos en los cuales he trabajado a través de ONG, es curioso lo gracioso que puede ser el hablar de género en algunas circunstancias.


Por lo general tanto a la hora de la escritura del proyecto como en la puesta en marcha de la parte operativa, los responsables tienen que llevar puestas esas gafas especiales que hagan mantener la equidad e igualdad a la hora de dar las mismas oportunidades en lo que al reclutamiento de nuevos puestos se refiere, pero en algunas circunstancias la labor resulta difícil.
En este momento, para lograr una verdadera equidad de género, se requeriría de ciertas claves

necesarias para que se establezcan condiciones de igualdad entre hombres y mujeres y así erradicar o disminuir la discriminación de género en el proceso de selección. Entre ellas podemos encontrar algunos puntos principales que se tendrían que tener en cuenta como los que menciona la Escuela andaluza de salud pública. Granada;
  • Utilizar canales de comunicación de las ofertas de empleo público que faciliten el reclutamiento de mujeres en áreas o puestos de trabajo masculinizados
  • Utilización de un lenguaje verbal e icónico no sexista y no estereotipado en todos los canales utilizados
  • Articular medidas de acción positiva para romper la tradicional segregación ocupacional horizontal y vertical
  • Revisar y eliminar los sesgos de género en la definición de perfiles profesionales
  • Explicitar de forma clara, precisa y objetiva los procedimientos de selección utilizados, de manera que se reduzca al máximo la incidencia de sesgos de género en las fases y herramientas de selección de personal
  • Desagregar por sexo e incluir indicadores de género en la documentación que informe de todas las fases del proceso de selección
  • Formar y capacitar en igualdad de género a los equipos responsables de la definición de los perfiles profesionales, y los procedimientos implicados en los procesos de selección de personal
Estos criterios no siempre se tienen en cuenta en este tipo de proyectos. Por un lado, el personal que se ocupa del proceso de reclutamiento no siempre está formado en género y muchas veces están sesgados por la propia cultura y religión del entorno socio-cultural que los rodea. También, en la definición de los perfiles de puestos, existen sesgos de género. Así mismo, no se suele prestar atención a la utilización del lenguaje tanto verbal como no verbal. Pero sería fácil el juzgar la forma de trabajar en estos organismos si no se supiera con las limitaciones existentes y la dificultad de algunos contextos. Estos puntos son solo algunos de las tantas dificultades que se pueden llegar a encontrar.

En muchos países del mundo, ser mujer es una clara desventaja ante la vida. El 60% de los pobres en el mundo son mujeres, siendo junto a los niños, el sector poblacional más vulnerable. El género también determina el nivel educativo en algunas regiones del planeta, en el que dos terceras partes de adultos analfabetos en el mundo son mujeres (último informe de Naciones Unidas sobre la situación de la mujer en el mundo). Esto hace que en muchas ocasiones el reclutamiento para ciertos puestos, con visión de género resulte complejo.

Estas sociedades están envueltas en un ciclo histórico de machismo y de infravaloración de la mujer en el ámbito laboral, determinado por un contexto socio-cultural determinado. En muchas culturas, a la mujer se la relaciona exclusivamente en el ámbito doméstico, siendo el emblema de la procreación, así como en las labores del campo, limitándolas a poder ejercer otra profesión mejor posicionada y remunerada.

Así, en algunos proyectos de cooperación internacional en los cuales he participado en el proceso de reclutamiento, ha sido muy complicado o casi imposible mantener la igualdad y equidad a la hora de la elección del personal. La falta de formación superior adquirida, delimita a las mujeres a poder acceder a los puestos de decisión o más reputados, así como el número elevado de analfabetismo o las limitaciones sociales existentes, como el no poder coger una moto, el no poder dar consejos a hombres  o el poder dormir en el terreno, han dado como resultados, equipos enteros cargados de testosterona. Del mismo modo, los financiamientos que se suelen conseguir para los proyectos, suelen ser insuficientes y muy limitados en el tiempo para poder adaptar la parte operativa a las mujeres.

Desgraciadamente y muy a mi pesar, esta realidad tiene poca variación en los años venideros si no se cambian las estrategias de financiamiento con un enfoque REAL de género que empodere según el contexto a la mujer.

martes, 29 de marzo de 2016

DE LA FLAUTA AL QUIRÓFANO
(Divagando sobre la idea y el principio de Justicia)


         Desde hace bastantes años comparto mis vacaciones de Semana Santa con un grupo de amigos. El grupo se formó cuando nuestros hijos eran pequeños y viajábamos en familia. Lógicamente, por la edad, sólo nos hemos quedado los progenitores. En las largas veladas rurales siempre surgen temas apasionantes de discusión. Es un auténtico placer reconciliarse con las palabras, los debates y las viejas tertulias en un mundo cada vez más virtual en donde no es difícil encontrar reuniones silenciosas de cuerpos presentes y almas tan alejadas como les permite la conexión de sus móviles.
         Este año me he llevado el magnífico libro de Amartya Sen La idea de la justicia[i] para profundizar un poco más en el tema que tanto me gustó cuando nos lo expuso Pepe Martín en la Escuela. Y casi como quien no quiere la cosa, en una tarde les lancé el problema de los tres niños y la flauta. Para refrescar la memoria lo recuerdo:
         Anne, Bob y Carla, tres niños, se disputan una flauta. Cada uno explica sus razones para poseerla: Anne aduce que es la única que sabe tocarla, Bob que es el más pobre y el único que no tiene juguetes y Carla que trabajó duramente para hacerla. ¿A qué niño darías tú la flauta?

         Nunca supuse que el tema diera tanto de sí. A pesar de que se expuso previamente que el problema no tenía una solución única y que lo que pretendía era ejemplificar que todas las razones eran legítimas pero trataban el problema desde perspectivas distintas, enseguida se formaron  bloques de utilitaristas, igualitaristas económicos y libertarios pragmáticos que trataban de convencer al resto de sus posturas. Medio en broma medio en serio nos hemos pasado los tres días con el tema recurrente de la justicia. En principio dos reflexiones iniciales: ¡Qué sensibles somos a este tema! y ¡Qué suerte vivir en sociedades donde al menos se puede plantear en libertad!...
         Pero no era mi intención hablar de la idea de la justicia entendida de forma pragmática como lo hace Sen en la identificación de la injusticia reparable y la actuación frente a ella. Ni tampoco comentar la teoría de la justicia de John Rawls[ii], que la concibe como posterior a la equidad y la encuadra dentro del enfoque del contrato social. No. Lo que realmente quería comentar, y que tiene una aplicación muy práctica en la gestión sanitaria es el principio de justicia, pilar fundamental de la Bioética.
         Si una atención sanitaria de calidad exige un buen uso de los recursos de financiación pública y, por tanto, limitados siempre, el principio ético de justicia consistiría en garantizar la igualdad de oportunidades y la equidad en este aspecto. Por equidad hay que entender la prestación de una atención diferencial en función de las necesidades particulares de cada grupo social atendiendo a especificaciones de género, clase social o grupo étnico, a través de la accesibilidad[iii].
         Hasta ahí todo correcto.

        Pero, retomando el ejemplo de la flauta y ya metidos de lleno en la gestión sanitaria, supongamos que en un determinado hospital tenemos a tres pacientes de características similares en cuanto a una determinada patología y situación clínica. Los tres necesitan una intervención urgente y sólo disponemos de un quirófano. Siguiendo el símil de la flauta los familiares del primero podrían alegar que éste es un famoso compositor musical de reconocido prestigio y status social y que hace una gran labor por su país. Los del segundo paciente reclamarían una atención prioritaria ya que son pobres y no han recibido ningún beneficio de la sociedad en su vida. Los del tercer paciente aducirían que su familiar es un esforzado trabajador desde mucho tiempo atrás y que siempre ha estado cotizando a la Seguridad Social para asegurarse precisamente el derecho a una atención sanitaria de calidad, la misma que ahora necesita…¿a qué paciente asignaríamos el quirófano?

         Siempre me gustaron los dilemas éticos. En mi cabeza se agolpan todas las ideas utilitaristas, igualitaristas y libertarias…y no sabría qué escoger. ¿Qué sería aquí equidad? ¿Fletamos un avión para que traten al compositor en una famosa clínica privada? ¿Mandamos al pobre al hospital de la beneficencia? ¿Atendemos prioritariamente al cotizante que cumple con los requisitos de la última reforma sanitaria? Además, si la calidad de nuestro hospital va a ser medida por la satisfacción de los usuarios y su entorno socio-familiar…¿no deberíamos tratar en primer lugar al famoso por la gran repercusión mediática que un retraso o fallo asistencial tendría en la opinión pública? O al contrario, ¿presumimos de equidad tratando al más desfavorecido del sistema aun a costa de privarnos de la utilidad del compositor? ¿Cómo satisfacemos las lógicas aspiraciones de los trabajadores que quieren hacer buen uso de un derecho garantizado por un seguro obligatorio del que no han podido autoexcluirse previamente? ¿Qué repercusiones políticas y sociales podrían derivarse de este caso?...

         Me imagino que a ninguno de mis lectores le gustaría hallarse en la piel del gerente de este hospital. Sin embargo creo que todos estarían encantados de participar en los debates del Comité de Ética Hospitalaria.
Ánimo. Quizá el año próximo…
           




[i] Sen Amartya,. La idea de la justicia. Madrid: Taurus, 2010
[ii] Rawls John. Teoría de la justicia. FCE, México, 1979
[iii] Gracia G. Como arqueros al blanco. Estudios de bioética. Madrid: Ed. Triacastela; 2004.

lunes, 28 de marzo de 2016

Salud: entre el derecho y el miedo

Mucho se ha discutido sobre si la salud debe ser o no un derecho fundamental, particularmente en varias sociedades de América Latina, en donde se encuentra una disidencia entre la concepción de salud como derecho y la de salud como bien (por tanto con capacidad mercantil).  Colombia no ha sido la excepción, y desde hace más de dos décadas se ha conceptualizado la salud bajo la lógica del mercado y se han alcanzado niveles de salud nunca antes vistos. Además de todo los beneficios financieros que ha traído han sido impresionantes, en especial para las Entidades “Promotoras” de salud (EPS). Eso sí, algunos “inadaptados” a las “maravillas” del modelo (neoliberal) comenzaron desde hace varios años a movilizarse para promulgar un cambio en dicha visión, hacia uno que considerara la salud como derecho; también ha sido el caso de la educación y otros “derechos fundamentales”, como lo argumentó el Docente universitario Mario Hernández en su intervención en el Congreso de la República de Colombia en 2011.

En su discurso, Hernández expone que existe un debate constante y debemos comprender que se encuentra “en la idea de derecho, y cómo se garantizan los derechos en una organización de sistema (de salud o educación)”.  Creo que nuestra tarea consiste en pensar ¿cuál es nuestra idea de derecho? Y cómo se materializa esto en la construcción de la sociedad, y por tanto de sus diferentes sistemas. 

Siempre existirán posiciones ideológicas respecto a estos temas, respecto al debate del sistema en el que nos encontramos, de los derechos y lo bienes; pero evidentemente en las entrañas de un mundo altamente neoliberal, globalizado y en el que prima el poder económico (y otros) antes que la democracia, los que opinan diferente son encasillados como “guerrilleros” y otros apelativos que los aíslan y convierten casi en tema tabú en el escenario académico y reuniones sociales. Nosotros, los demás, los que seguimos al pie de la letra los preceptos del sistema observamos de lejos sus apreciaciones, y en algunos casos aplaudimos sus logros; pero nunca nos preguntamos qué hay detrás de las personas que movilizan el debate y el cambio.  

Pues aunque algunos dirán que hubiese sido más interesante, pertinente o políticamente correcto profundizar sobre el debate de la salud, prefiero dedicar las líneas que quedan a hablar sobre lo que pasa con ellos, los movilizadores de los cambios, los que no tienen voz, o la tienen, pero… los callan. Si, suena extraño, duro, pero es verdad, los  callan, ¿por qué? Por defender lo que consideran sus derechos, los derechos humanos. Solo es necesario ver, a  propósito de las tan aclamadas negociaciones de paz en Colombia, la cantidad de líderes amenazados o muertos en lo que lleva este año.  

En este sentido me gustaría añadir una pregunta central en consonancia con el debate previo: ¿es la vida un derecho? Aunque fue proclamado como tal en 1948 en la declaración universal de derechos humanos, la verdad es que ya tengo mis dudas al respecto, porque si fuese así se debería respetar la vida de todos y todas independiente de su ideología y nadie debería morir o ser amenazado de muerte por opinar diferente, sino todos deberíamos estar rezando nuestras plegarias porque aunque sea en un detalle opinamos diferente del otro, ¿o no?.

Pero bueno a todas estas ¿qué tiene que ver esto con la salud y particularmente con la forma en que se gestiona?

Pues la verdad es que en países donde la voluntad política, el poder económico, pero sobre todo la violencia imperan, es realmente complicado ser proclive a los cambios sociales, a los cambios en salud, cambios como los expuestos por Hernández y otra serie de actores sociales. ¿Cómo podemos gestionar la salud que queremos si tenemos miedo?  Sí miedo, ese definido por la Real Academia de la lengua como “Angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Y ¿por qué tenemos miedo? Porque el derecho a la vida no se respeta! Porque si hablas te matan!. Y seamos sinceros, esto no pasa sólo en Colombia, Honduras o Sudán con sus altos índices de violencia, esto pasa en gran parte de los países, pero en la mayoría se hacen los de los oídos sordos, todos siempre nos hacemos los de los oídos sordos…. Porque la lógica del modelo en que vivimos nos indica que la naturaleza humana es el egoísmo, el individualismo, no nos invita a que seamos solidarios ni interdependientes, por tanto no nos debe importar lo que pasa con el otro, con el que se mueve, con el que cree que la salud es un derecho, que la vida lo es.


En palabras coloquiales ¿quién va a querer posicionarse y levantar su voz si sabe que al otro día no va a amanecer? Como le pasó a Berta en Honduras por reclamar por “sus” tierras o aguas, que va a quedar privado de su libertad como le pasó a Leopoldo López … o por la sosobra que tienen muchos por tratar de llevar a cabo cambios que tratan de beneficiar a todos, como el caso del antes citado Mario Hernández y su lucha por la salud y la educación … como el caso de los millones de Latinoamericanos, de los miles de gestores, que quieren “hacer las cosas bien”, de manera correcta, pero que no pueden porque tienen miedo que cualquiera de estas cosas les suceda.

¿Cómo podemos gestionar una salud diferente cuando se tiene esta presión encima? Creo que debemos continuar con el compromiso de cambiar la salud, pero primero debemos pronunciarnos en contra de las violaciones a los derechos humanos, en contra de las amenazas a los líderes que movilizan el cambio, sea cual sea la esfera, y luego continuar "luchando", opinando, movilizándose, pues como expone Hernández en otra entrevista  siempre [va a haber] una lucha por el derecho, no es algo que se puso en una ley y se acabó, es algo que se materializa día a día”.



jueves, 24 de marzo de 2016

¡¡NO MÁS QUEJAS!!

-Porque todos somos un 10-


Somos una sociedad muy curiosa. Nunca, en toda la historia humana, toda una sociedad ha tenido la libertad y el poder que hoy día se tiene en el mundo industrializado; nunca, en toda la historia, la longevidad ha sido tan elevada; y tampoco nunca, hemos estado tan impasibles ante la injusticia.

No podemos cambiar el código postal en el que nacemos, somos sociedades creadas con un sentido, un eje que coloca su mirada hacia donde todos debemos observar. 

En todos estos años venideros hemos modificado muchos conceptos y realidades, algunas para mejor y otras, por desgracia, no tanto. Hay una que bajo mi punto de vista merece una observación detallada.

- Queremos alejar la muerte de nuestro camino lo más que podamos. -
 Una sociedad donde el individuo, en todo su ser (individual, personal  e intransferible) decide que lo más importante es el Yo, uno mismo, "estar bien con uno mismo para poder estar bien con los demás".

¿Qué sucedería si nos quitan nuestra libertad? ¿Nuestra vida?
Parece que nunca haya pasado o que no esté sucediendo hoy día que hayan vidas raptadas, obligadas a vivir en situaciones "inhumanas" por las que ninguno de nosotros, lectores, bloggeros e internautas estaríamos dispuestos a reemplazar.

Pero esta vida tiene un coste de oportunidad. Y es que el código posta con el que nacemos también nos regala, de paso, ese enorme coste.

Sociedad decadente, pesimista de su vida deseante de una estrella que la ilumine, tal magos en oriente. La infelicidad se ha apiadado de esta incesante angustia. Y es que, si nos ofrecen catalogarnos en un estado de salud personal entre 1 y 10 (como barómetro) tenderemos a ir a centro.
- "Un 7, porque siempre podría estar mejor".
-"Un 5, porque no estoy tan mal como para suspenderme".
-"Un 8, porque me encuentro bien, aunque nunca perfecto".
"PERFECTO" Vaya palabra se sacaron del diccionario. Perfecto, del latín perfectus, que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea. Que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto.1

El ideal inalcanzable, lo más puro, lo más bello. ¿Pero no describía así Spinoza al ser humano?
Somos creadores de nuestros actos y sin embargo nos alejamos cada vez más de esa responsabilidad.

¿Qué es la queja?
La versión degrada de la sublevación, el discurso democrático por excelencia en una sociedad que nos permite vislumbrar lo imposible (la fortuna, la expansión, la felicidad) y nos invita a no declararnos nunca satisfechos con nuestro estado. Quejarse es una manera reticente de vivir, de sacar partido de nuestro hastío, de nuestro abatimiento. 2

"Conozco a un inglés" como decía Goethe, "que se ahorcó para no tener que vestirse cada mañana".

Pero la queja también es una discreta llamada de socorro: para impedir que un malestar degenere en sufrimiento basta a veces con una oreja que escuche.

Para determinadas personas, la queja es una forma de vida, y la verdadera vejez, la de la mente, empieza cuando, a los veinte o sesenta años, uno ya es solo capaz de intercambiar con los demás pesares y gemidos, siendo el mejor medio de no hacer nada para cambiarla. 2

¿Por qué nuestro egoísta ser intrínseco acepta que se incremente cada año nuestra cartera de servicios sanitarios  mientras que en otros países (vecinos incluso), no tienen ni lo básico?

¿Qué valores éticos queremos transmitir? Ahora bien, ¿cómo un/a gerente, persona responsable en un mundo irresponsable, puede hacer algo bueno por los demás?


Bibliografía de interés:
1. RAE. Visitado a 11 de mayo de 2016, en: dle.rae.es
2. Bruckner, P (1996). La tentación de la inocencia. Ed Anagrama.

domingo, 20 de marzo de 2016

LA GESTIÓN DE UNA VACUNA



En esta nueva entrada de nuestro blog, querría que sirviera para comenzar a entrelazar y dar a conocer otro de los blogs fruto del módulo en gestión sanitaria del XXI Máster en Salud Pública de la Escuela Andaluza de Salud Pública. En este caso se trata de un post (Vacunación obligatoria: cielo o abismo) de mi compañero de promoción y amigo Jesús Henares, en el que acerca al lector al debate sobre la vacunación y sus cuestiones ético-legales.

No es la primera vez que hablamos de vacunas en nuestro blog. Nuestra bloguera Amparo, en su entrada “Vacunación, teoría versus práctica” (5 de marzo), ya alentaba de las dificultades de los retos que se plantean en este ámbito. Cierto es que a las vacunas les debemos hitos importantes como la erradicación de la viruela en 1980 como resultado de la primera campaña mundial de inmunización. Sin embargo, la vacunación universal sigue planteando serios problemas para su puesta en marcha.

Son los países en vías de desarrollo donde aun encontramos mayores dificultades. El factor económico es solo uno de estos obstáculos. A las vacunas se le añaden ciertos límites como la cadena de frío, la necesidad de personal experto en uso de inyectables, las varias dosis que precisa una vacuna para ser efectiva, etc. A continuación veremos como la organización de Médicos Sin Fronteras trata de saltar es obstáculos.

Para una organización como Médicos Sin Fronteras (MSF), supone un duro reto a nivel internacional. Para resolver el tema económico, conviene recordar que sólo el 8% de su financiación proviene de fondos institucionales como la Comisión Europea (ECHO) o la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). El resto de su financiación proviene de fondos privados, en su mayoría son las cuotas de socios.

Concretamente para los programas de vacunación, MSF ha desarrollado varias campañas de captación de donantes, en cuyos carteles podíamos leer: “Hay algo que da más miedo que las vacunas… No tenerlas”. Contrasta mucho de las vertientes que en nuestra sociedad moderna genera el debate sobre las vacunas: a favor o en contra de ellas. Muestra ello, que las inequidades en salud dictan las corrientes que la controversia de las vacunas genera.

Otros de los problemas a los que MSF se enfrentan son el elevado coste de la propia vacuna. Calculan que la vacuna antineumocócia constituye el 45% del total del coste de la vacunación completa de un niño. Esta vacuna dirigida contra el neumococo es responsable de la muerte por neumonía de más de un millón de niños al año. Dentro de su lucha social, MSF ha liderado una campaña de recogida de firmas para que los laboratorios fabricantes de dichas vacunas bajen el precio.

El video que se presenta a continuación resume los pasos logísticos del desafío del programa de vacunación.



Con estos datos presentados en esta entrada, invito al lector a reflexionar sobre la posibilidad que tenemos de debatir entre estar a favor o en contra de las vacunas viviendo en una sociedad en la que disfrutamos de la llamada “inmunidad de rebaño”, cuando en otros lugares luchan por tener acceso a ellas.  ¿Somos afortunados por poder renunciar a ser vacunados?

jueves, 17 de marzo de 2016


Aprendiendo a gestionar



“Aprender es un rito, una costumbre no le hace mal a nadie ni se olvida
aprende quien asciende hasta la cresta pero también quien busca entre las ruinas”

Mario Benedetti



Imagino que todos habremos tenido una primera oportunidad para gestionar en diferentes contextos a nivel laboral. Mi experiencia personal fue de lo más ardua y al mismo tiempo enriquecedora. Ella tuvo lugar de la mano de la ONG “médicos del mundo” en el ámbito de la cooperación internacional en Haití, para hacer frente a la epidemia de cólera.



El país en 2010 sufrió un terremoto que devastó gran parte del territorio, el cual ya se encontraba en una dura situación. Miles de personas murieron y  más de un millón perdieron sus hogares y bienes personales. Este periodo marco el país, llevándolo a la cúspide del más pobre de todo América latina. Como si no fuera poco, nueve meses después se desató una epidemia de cólera en toda la nación, la cual incrementó su magnitud debido a las condiciones de hacinamiento en el que se encontraban las personas en los campos de desplazados debido al terremoto, la falta de agua potable y medidas higiénicas básicas y los hábitos y creencias socioculturales.  Fue en este marco donde empecé a aprender y a conocer que era eso de la gestión y las dificultades que conllevaba la puesta en marcha.


Yo ya había hecho mis pinitos en lo que a cooperación se refiere, en Perú y México. Así mismo ya había trabajado varios años como enfermera en hospitales y centros de atención primaria entre otros. Durante mi corta vida he intentado formarme enfocando mis estudios en el mundo de la cooperación internacional en formaciones como; gestión de proyectos, género, experto en cooperación para el desarrollo…. para de esta forma poder ser una mejor profesional en cuanto a mi elección se refiere. Pero todas estas materias y herramientas que me ofrecieron un marco teórico bastante enriquecedor e inclusive mis primeras experiencias, no supieron darme las habilidades y/o cualidades que necesitaba para poder hacer frente a la situación en la que me encontré.

Mi aterrizaje fue sensacional, intrigante y lleno de nuevos retos para los cuales no creía estar preparada y que poco a poco fui llevando a cabo.


En cuestión de minutos me asignaron responsable de la gestión de los recursos humanos (higienistas, enfermeros/a y médicos) de los centros de tratamiento de cólera, de la farmacia y de organizar el plan de formación. En ese momento me dije a mi misma y bajo un marco un poco estresante, que por donde empezaba, que no tenía recursos ni experiencia para abarcar tantas cosas. Los medicamentos, las listas de pedido, de control, los temarios de las formaciones, no fueron nada en comparación al reto que fue coordinar, entender y trabajar por y para las personas que componían mi equipo.


Poco a poco, con muchas ganas de aprender trabajando, con mucha humildad por mi falta de experiencia, pocas horas de sueño y sobretodo con mucho sentido común y empatía, fui avanzando en esto a lo que llamamos gestión. Qué es si no gestionar, que hacer lo necesario para conseguir o resolver algo?. Pues eso fue justo lo que hice, compartí mi trabajo con mis camaradas, me apoye en ellos y aprendí de su experiencia, de las teorías de las formaciones recibidas con anterioridad, de los errores cometidos y sobre todo  de aquellos largos y fructíferos días que pasamos juntos. Aprendí la importancia de escuchar, a dar ejemplo, y de no olvidar bajo ningún concepto, que la gestión es una cadena en la que cada individuo es un eslabón substancial.



Terminare citando a mi compañero cuyo artículo me conmovió.



“No hay peor cosa que la “cosificación” de las personas, el no tener en cuenta que los seres humanos son fines en si mismo y nunca medios para otros”

lunes, 14 de marzo de 2016

RESISTENCIA AL CAMBIO, IMPOSTURA Y POSTUREO


            Compruebo con satisfacción cómo con el transcurso de los días nuestro módulo de gestión va pasando del nivel macro al micro. Cómo, poco a poco, vamos desmenuzando todas las farragosas teorías organizativas en recetas de andar por casa: algo así como harían los más renombrados chefs con los platos más enjundiosos hasta transformarlos en sabores básicos deconstruidos. (mi homenaje personal para nuestro crítico gastronómico favorito: Raimundo).
            Y al recordar su estupenda presentación reparo en algo que ha sido esencial en el proceso de convergencia hacia unos servicios unificados de Anatomía Patológica en el nuevo hospital del PTS y que tan bien ha gestionado: cómo afrontar el cambio y,  más concretamente, cómo afrontar la resistencia al cambio.
            “Cambio”. “Salud en cambio”. “Gestión del cambio”. “Resistencia al cambio”. Algunas palabras de tanto uso y abuso pierden su valor, su capacidad de movilizarnos, de cuestionarnos. Pocas tan recurrentes como “cambio” en la gestión de las organizaciones y una de las más desvirtuadas, vacías de contenido en todos los ámbitos. Machaconamente se nos exige cambiar continuamente y así, como quien no quiere la cosa, lo expresamos reiteradamente: en los propósitos de Año Nuevo, en las promesas a nuestra pareja, en nuestro diálogo interno ante algunas pequeñas faltas cotidianas… No hay slogan más repetido y más devaluado. Pero, ¿realmente queremos cambiar?
Es evidente que nadie cambia si no es por necesidad: “A la fuerza, ahorcan”.  Y nadie sale de su zona de confort[i] si no es obligado por una circunstancia inexcusable. En las organizaciones pasa igual. Es el “renovarse o morir”. Aunque existen múltiples técnicas de afrontamiento de las resistencias que el cambio provoca en las organizaciones (muy bien descritas por Neider y Zimmerman[ii] en la Universidad de Bremen en su famosa “Pirámide de Resistencias al Cambio”), sin una interiorización individual y personal éste no tendrá lugar o será meramente efímero. Comunicar y formar (frente al “no sabe”), desarrollar competencias y recursos (frente al “no puede”) y motivar con liderazgo, diseño y cultura (frente al “no quiere”) serán las armas del proceso del cambio, que quizá en manos de un buen gestor logren el milagro.
Nuestro héroe (el gestor de marras) también se encontrará con todo tipo de personas en este recorrido. Dependiendo del grado de compromiso con el cambio y de la energía para la acción, contará con la inestimable ayuda de los “campeones” (con gran compromiso y mucha energía) y tendrá que reconducir a “predicadores” (mucho compromiso pero poca acción), “adormecidos” (poco compromiso y acción) y a los temibles “bloqueadores”, principal escollo del proceso del cambio, al mostrar mucho compromiso y acción en el mantenimiento del statu quo. A todos se les presupone una mayor o menor resistencia al cambio pero una actitud sincera, acorde con sus intereses y congruente con sus aspiraciones.
Sin embargo, rizando el rizo, quiero aprovechar este espacio para alertar de dos grandes peligros en el proceso y liderazgo de algunos gestores: la impostura y el postureo, que si bien son distintos tienen una base común, la insinceridad.  La RAE define impostura como “fingimiento o engaño con apariencia de verdad”. El término postureo [iii]es un neologismo acuñado recientemente y usado especialmente en el contexto de la redes sociales y las nuevas tecnologías, para expresar formas de comportamiento y de pose, más por imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación. No tiene todavía registro en los diccionarios, pero su uso está muy extendido.
¿Quién no recuerda la famosa frase del gatopardismo (ya comentado en alguna otra entrada del blog) “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”?¿Y las amplias expectativas defraudadas en 1982 por la primera mayoría absoluta socialista que se ganó con el slogan “por el cambio”?¿Quienes son responsables de la pasividad política del país sino unos líderes que han mentido continuamente y han incumplido legislatura tras legislatura sus promesas electorales? Todo impostura. Sin autenticidad, sinceridad y coherencia personales no puede haber cambio.
Por otra parte, ¿puede el postureo, el mundo exclusivo de la imagen, de los “me gusta” en Facebook, del buenismo irresponsable, de la falta de compromiso y del narcisismo impenitente liderar alguna transformación de calado que no sea únicamente maquillaje y fuegos artificiales? Me temo que tampoco.
En este mundo de descreídos, el cambio sólo puede contagiarse a través del ejemplo, de los líderes carismáticos que hacen de su vida una obra de arte plena de compromiso y abnegación. De vidas coherentes y personas que hacen lo que dicen y dicen lo que piensan, aunque a veces se equivoquen y tengan que rectificar.
Seguiremos a la espera pidiendo “serenidad para aceptar todo aquello que no podemos cambiar, fortaleza para cambiar lo que sí podemos y sabiduría para entender la diferencia”, tal como se recita en las sesiones de Alcohólicos Anónimos, evocando la “plegaria de la serenidad” que compuso el politólogo y teólogo norteamericano Karl Paul Reinhold Niebuhr en 1943.